VIOLETA, PALOMA AUSENTE

Chile ha producido y originado mujeres notables, pero lo más importante es que en la historia producida y escrita generalmente por hombres, siempre estarán o jugarán estas un rol subordinado.  Desde las mujeres que acompañaron a los conquistadores, a las que participaron activamente en la independencia, hasta las figuras de la música y las artes, de la educación y de las luchas sociales.

                En febrero conmemoramos un año más de la partida de Violeta del Carmen Parra Sandoval.  Escuché la noticia de su muerte cuando viajaba en la micro, hacia la casa de mi tía en Estación Central, a la sazón contaba yo con primaverales 11 años.  Percibí si la memoria no me es infiel (dijo el siútico) una conmoción general de los pasajeros. No entendía la importancia y trascendencia de la noticia. Recuerdo también otra noticia cuando iba arriba de una micro, la muerte de John Lennon en los años ochenta, y fue parecida la conmoción, claro cuando figuras de la categoría de las nombradas nos dejan, queda un huequito en el alma.

                Con el tiempo, con el desarrollo natural del crecimiento humano, de la conciencia y de asumir una postura en la vida, la Violeta se fue familiarizando en mi persona. Mi orientación política me fue llevando a la literatura y la música de izquierda. Debo advertir sí que pertenezco a la generación del rock progresivo, que aún disfruto con éxtasis, sobre todo a Led Zeppelin, por lo cual, entre el círculo de mis camaradas, veladamente se me criticaba mi desviación burguesa, de escuchar música gringa.

                En este pequeño artículo no se trata de hacer una exhaustiva biografía, ni un sesudo análisis de su contribución a la canción y las manifestaciones culturales que desarrolló.  Se trata de hacer un recuerdo humano, de la persona que desde su condición humilde se alza y desarrolla su humanidad.

                Ser parte de una familia talentosa no será fácil me imagino.  Esta familia que por el lado paterno era un profesor y músico, por el lado materno una tejedora y modista, a la vez que solía cantar canciones folclóricas. La segunda hija de este matrimonio Violeta, el primero Nicanor que sería un profesor y poeta distinguido, Lalo y Roberto dos señores y raja diablos, Hilda, y Lautaro, todos músicos y artistas y un actor de circo.  Para que decir de la descendencia de todos ellos.

                La vida de Violeta es inseparable de la de sus hermanos y hermana.  Hijos del rigor de la pobreza, su madre afanada en la máquina de coser para contribuir al sustento familiar, al cual se agregarían sus hermanos y ella misma a partir de sus cualidades artísticas, presentándose, cantando y actuando en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos, calles e incluso burdeles.

En 1929 se agrava la situación económica de la familia a raíz de la muerte de su padre.  En el 1932 se traslada a Santiago, por invitación de Nicanor, retoma estudios en la Escuela Normal de Niñas, lo que no es de su agrado y se desarrolla ya en lo que era su vocación y razón de vida, la música.  Comienza a cantar en Bares, Quintas de Recreo y pequeñas salas de barrio junto a su hermana Hilda.

                En Quinta Normal se reúne la familia en el año 1935.  Comienza su carrera artística en 1937 en el restaurant El Popular de Matucana 1080, aquí interpreta boleros, corridos, cuecas, rancheras y tonadas todo junto a sus hermanos Hilda, Eduardo y Roberto, también en un local ubicado al frente del anterior, El Tordo Azul.

                               Se casa, su marido un militante comunista la inicia en la política, participan activamente en la campaña de Gabriel González Videla, este matrimonio vive en Llay-Llay y Santiago. Dado su carácter creativo e inquieto canta en botes del puerto, se presenta en radios y forma parte de un grupo de teatro. En el 1947 forma el duo de música folclórica llamado Las Hermanas Parra, dúo que funciona hasta 1952. En esta época edita sus primeros discos con sus hermana Hilda, siendo estas grabaciones en formato sencillo, de canciones populares chilenas. Es en esta época que también empieza su labor de investigación y recopilación de tradiciones de distintos barrios de Santiago y a lo largo del país.  Su hermano Nicanor le insta a defender la auténtica música chilena, en contra de los estereotipos que hasta ese momento imperaban en la música chilena. Esta labor de recopilación quedó materializada en más de tres mil canciones reunidas en el libro cantos Folclóricos chilenos y sus primeros discos en solitario.

                En el 53 graba los exitosos sencillo Casamiento de Negros y Que pena siente el alma, las cuales se convierten es sus canciones más conocidas.  De aquí en adelante ya es mucha historia, mantiene un programa de radio, viaja a Polonia, visita la Unión Soviética y partes de Europa, en París grava un larga duración. En Concepción funda el Museo Nacional del Arte Folclórico, luego ofrecerá cursos y recitales por todo el país. Siguen apareciendo discos y éxitos.  Desarrolla sus aptitudes artísticas diversas, cerámicas, pintura al óleo y arpilleras

En 1964 logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente una serie de sus arpilleras, óleos y esculturas en alambre en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre, en una muestra titulada Tapices de Violeta Parra. También escribió el libro Poesía popular de Los Andes, y la televisión suiza filmó el documental Violeta Parra, bordadora chilena. En este período, forjó una firme relación con el antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre, el gran amor de su vida —con el que vivió en Ginebra, compartiendo su tiempo entre Francia y Suiza—, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor: «Corazón maldito», «El gavilán, gavilán», «Qué he sacado con quererte», entre muchas otras.

 

«Un día [Violeta Parra] me dijo:
—Me falta algo... No sé lo que es. Lo busco y no lo encuentro... Seguramente no lo hallaré jamás».

—Tito Munt, periodista, «Lo que se llevó Violeta Parra.

Según Margot Loyola, Violeta Parra le habría dicho: «Uno, comadre, tiene que decidir el momento de su muerte [... Yo] decidiré el momento en que quiero morir

                Me imagino que ser talentoso/sa no o es fácil cuando ciertos ambientes están muy contaminados por la mediocridad.  Violeta  dice adiós por propia mano en febrero de 1967.  Era para nuestros estándares una persona joven, 49 años, talentosa como pocas, llena de vida y quizás de tantos proyectos.  Muchas religiones condenan el suicidio, dado que la vida supuestamente nos la da dios, nada tienen que ver parece nuestros padres que cumplen la tarea de engendrarnos, la mayor de la veces en un acto de amor. Sin embargo, los estoicos se caracterizan por tener una opinión donde si bien no se favorece esta determinación (el suicidio), se comprende y se deja la puerta abierta para que se pueda hacer según ciertas circunstancias: a) siguiendo una orden judicial, b) cuando se es forzado a hacerlo por un infortunio en extremo doloroso e inevitable, c) cuando ha llegado a participar de una vergüenza intransitable con la que no se puede vivir.  Seneca dice que quitarte la vida cuando ya tu cuerpo y mente te impiden cumplir con la naturaleza que la vida demanda es un imperativo.

                Que fue en Violeta lo que hace o determina quitarse la vida, claramente no es una orden judicial o una vergüenza intransitable. 

Yo no me suicido por amor, lo hago por orgullo que rebalsa a los mediocres.

            Creo que la grandeza de Violeta la impulsa a dejar este mundo donde la mediocridad se impone en todos los aspectos de la vida, en el arte, la investigación, las profesiones, ni que decir en la política. Quizás fuera la mala recepción de la carpa construida en Avenida La Cañada y Mateo de Toro Y Zambrano en La Reina, donde instalaría  su «Universidad Nacional del Folclore», y realizar cursos de folclore chileno durante el día y una peña en la noche,​ la respuesta no fue muy motivadora y el público no la apoyó.

            Paloma ausente, te recordamos hoy en cada una de tus canciones, te recordamos quizás en la canción de despedida, Gracias a la vida, te recordamos en el elogio del amor ausente de Run Run se fue pal norte, o en tu militante defensa del pueblo mapuche con Arauco tiene una pena, y en tantas y tantas canciones en que más de una nos va a marcar de por vida.

            Adiós paloma ausente:

Cinco noches que lloro por los caminos
Cinco cartas escritas se llevó el viento
Cinco pañuelos negros son los testigos
De los cinco dolores que llevo adentro.

 

Te lloraremos más de cinco noches y te diremos:

Una jaula del aire viene bajando
Con todos sus barrotes de calamina
Todos los pajarillos vienen trinando
Sin embargo distingo a mi golondrina.

Paloma ausente…

 

 

 

(Escrito por nuestro amigo Carlos Alberto Antipani).